
Elena Etel Schaposnik Cabo dedicó su vida a tender puentes entre artistas, países y generaciones. Desde 1983 y hasta junio de 2025 fue coordinadora general del CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral), donde convirtió la gestión en una forma de hospitalidad: abrir caminos, cuidar procesos y lograr que los encuentros sucedieran. Argentina de nacimiento y española por nacionalidad, iberoamericana por vocación.
Bajo su cuidado pasaron más de cuatrocientas compañías del mapa iberoamericano; impulsó giras y coproducciones, alentó encuentros, muestras, talleres y laboratorios, acompañó decenas de festivales
y promovió centenares de publicaciones que hoy son memoria viva de nuestra escena. Cientos de artistas y personalidades —dramaturgia, actuación, dirección, escenografía, producción y técnica— hallaron en Elena una gestora cercana y decisiva. Su trabajo —muchas veces silencioso— hizo que estrenos, retornos
y alianzas tomaran cuerpo en teatros de ambas orillas.
Su impronta se hizo sentir en la gestación y/o programación de citas clave como el Festival Internacional de Teatro de Caracas (Venezuela), el Festival Internacional de Teatro de Manizales (Colombia), el Festival de Teatro de Almada (Portugal), el Festival del Sur Encuentro Teatral Tres Continentes (Agüimes, Gran Canaria), el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, el Festival Latinoamericano de
Teatro de la Universidad de León y, muy especialmente, el Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo de Almagro, entre otros. A esa trama de puentes se suma, de manera señalada, el Festival Internacional de las Artes de Calzada de Calatrava, que hoy le rinde homenaje.
Nada de esto se entiende sin su compañero de viaje, Luis Molina. Juntos, durante más de cuarenta años, hicieron del CELCIT una casa abierta y un horizonte compartido. Quienes caminaron a su lado la recuerdan inagotable, decidida, creativa y alegre. Creyó en el arte y, aún más, en las personas: escuchaba, conectaba, resolvía y hacía que lo complejo pareciera posible.
El legado de Elena continúa cada vez que una compañía cruza el océano y encuentra un escenario, cada vez que un libro se abre, cada vez que dos artistas se reconocen. Su vida fue teatro, y el teatro su vida.
Eduardo Ravara Schaposnik
Almagro, octubre 2025